La toxina botulínica de tipo A conocida popularmente como Botox (nombre del primer producto que se comercializó) es un medicamento seguro y empleado en muchas especialidades médicas, pero aquí vamos a comentar su uso estético.
El producto desactiva la acción de la acetilcolina responsable de la contracción del músculo, teniendo un efecto limitado en el tiempo.
La toxina tiene un efecto preventivo, corrector y en cierto modo rehabilitador de determinadas alteraciones de la piel.
Su uso es recomendado en arrugas de expresión donde actúa relajando los músculos de zonas como frente, entrecejo o patas de gallo.
No es una sustancia de relleno, hecho que a veces confunde, es un medicamento que relaja o paraliza determinada musculatura de forma no permanente. No necesita anestesia. Se puede aplicar en cualquier época del año.
El resultado de la toxina botulínica se debe valorar pasado 10-15 días ya que a veces es necesario realizar algún tipo de retoque. Es importante saber que la dosis esta protocolorizada y estudiada, nunca se debe superar esta pero tampoco se infiltrar poca dosis ya que carecería del efecto buscado.
Es muy importante seguir los consejos post tratamiento para evitar efectos adversos.
La duración del efecto es variable dependiendo de la persona, características faciales, gesticulación, edad, sexo o toma de medicamentos, pero lo habitual es que dure entre 3 y 6 meses, por lo que se aconseja repetir el tratamiento cada 4 ó 5 meses antes que desaparezca el efecto.